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Soy una indignada más y también aborté

Documental “Micaela", de Jerónimo Centurión, recoge testimonios y refleja la problemática del aborto en Bolivia, Perú y Ecuador. (Vea el documental completo)

Publicado: 2013-09-07

Cuatro minutos pueden bastar para una discusión antes de salir azotando la puerta, o para darnos un abrazo largo, besos, y caricias que nos empujen a la cama. A veces entre un segmento y otro de la novela más vulgar y estúpida, los comerciales duran alrededor de cuatro minutos. Puede ser el mismo tiempo que tardemos sentados en la taza del baño con las plantas del pie sobre la mayólica fría, listos para un día nuevo o pensando en las cuentas que pagar. 

Ese tiempo pequeño puede servir también para recordar el tránsito dentro de un edificio viejo, cuyo ruido del ascensor hasta el cuarto piso aún suena. Después los pasos hasta el consultorio de un doctor de esos, que se conocen porque antes de hacértelo a tí se lo hicieron a una amiga y a otra de ésta en una cadena de la que seguramente conozcamos a muchas “asesinas”. 

¿Qué maldita manía que tienen los hombres o las mujeres justas de llamar asesinas a sus madres, a hermanas, novias, ex novias, amigas, amantes, ex amantes  y esposas? Nadie las imagina dentro de esta cadena alrededor del cuello de un médico, de varios. Pero somos muchas. No somos asesinas, tomamos una decisión y fue nuestro derecho aunque la ley no lo reconozca. Abortamos. 

Tener 30 años no te libra de tener 19 durante cuatro minutos, recordar esa operación y cada paso dado uno de manera más lenta que el anterior. Las piernas abiertas, más de lo que lo estuvieron jamás. La verguenza no importa. Si crees en Dios es tarde (su iglesia dice que te rechazará) y sino, solo te quedará tomar la mano de tu novio, más nervioso que tú y que sólo quiere irse, pero tampoco quiere tener hijos. La operación terminará en algún momento y con ella muchas cosas. Mientras yo abortaba en un consultorio clandestino cerca de San Marcos, el tiempo seguía corriendo, otras mujeres lo hacían por todo el Perú, por toda latinoamérica.  No sé cada cuántos minutos una mujer aborta en el Perú, pero que sea ilegal no quiere decir que no ocurra. 

- En Ecuador las mujeres abortan cada cuatro minutos.

El documental “Micaela”, de Jeronimo Centurión, nos lleva hasta allá, a rabiar por la ignorancia de su presidente. Rafael Correa, con logros importantes en educación y salud pública, se convierte en un ortodoxo conservador en lo que respecta a derechos de la mujer. Según el artículo 447 del Código Penal ecuatoriano, el aborto es legal, sólo solo si “el embarazo proviene de una violación o estupro cometido en una mujer idiota o demente. Idiota. Idiota. Se debe ser idiota  para abortar con todas las de la ley en Ecuador. "Se requerirá, además, el consentimiento del representante legal de la mujer”. En Ecuador, las organizaciones de mujeres que apoyaron a Correa en su primera elección hoy se sienten engañadas. Cada cuatro minutos lo ven en televisión, y cada cuatro minutos una mujer aborta y asume las consecuencias de hacerlo sin seguridad, sin legalidad, traicionada por un payaso que se dice su presidente y probablemente violada por otro, que dice ser un médico, igual, al igual que aquí, en Lima City.


Micaela

En el caso peruano, el documental presenta las principales luchas que afrontan las feministas por la despenalización del aborto y la falta de un reglamento del aborto terapéutico, que es legal desde hace más de 80 años en nuestro país.

La Iglesia para los activistas puede terminar siendo un cáncer que rechaza cualquier tipo de avance hacia una legalidad del aborto, cuyas consecuencias serán seguridad para las mujeres que asuman esta decisión. Pero esta no debería ser una lucha de las feministas. ¿Dónde están las mujeres que abortaron? ¿Y dónde los hombres que acompañaron a sus novias, esposas o amantes? ¿Lo olvidaron y ya? O mueven la cabeza negando haberlo hecho alguna vez, muy justos sobre el derecho a la vida, condenando lo que hacen otros.  

LM. me llamó asesina por publicar hace algunos años una columna que se llamaba "Sí, lo admito, yo aborté" . Lo que nunca le dije y no sé si lo merezca, es que yo misma acompañé a su novia un año después con el mismo médico. Asesina debió decir LM y ella decició  quedarse callada, tratando de olvidar sus piernas abiertas en la camilla.


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En Bolivia, desde 1972, el aborto es legal en caso de violación, cuando peligra la salud y la vida de la mujer, y cuando se produce “estupro” y “rapto” no seguido de matrimonio. En 41 años de aborto legal, solo han ocurrido 10 diez abortos legales. Si bien hay un marco legal, hay mucho conservadurismo, pues se practican 90 mil abortos clandestinos al año, para una población de diez millones de habitantes. 

Las personas que más luchan a favor de lo que asumen la vida, se llenan la boca de un adjetivo peligroso para referirse a las mujeres que hemos abortado. Nos llaman asesinas, hasta que se dan cuenta de que están rodeadas de éstas y poco a poco cambian el término o guardan silencio o se acomodan en una doble moral, que ya no acusa pero no que no quiere ver la necesidad de que las mujeres en casos de violación o no, se sometan a un aborto seguro. La doble moral alcanza a quienes toman decisiones que no les tocan: jueces, abogados, médicos.

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“Los médicos destruyeron mi vida” dice Lc, solo una adolescente de trece años-peruana- a quien apenas se le puede enfocar las manos o las piernas en movimientos con mucha dificultad. Violada y bajo la sospecha de estar embarazada, decidió suicidarse. Su columna quedó destrozada. Debió someterse a un aborto para que pudiera crecer de manera normal, pero no lo hicieron. Ahora ella dice lo único cierto en esto, que los médicos le destruyeron la vida. Su falta de moral, de perspectiva, su respeto a la vida, su catecismo como un cáncer enfermaron a Lc. Y ella quedó postrada en una silla de ruedas para que nuestra máxima autoridad eclesiástica, pueda llenarse la boca de frases como “se cumplió con el derecho de un ser humano”. ¿A quién le sirve eso? ¿A ella? ¿A él? absolutamente ajeno a la realidad de las mujeres que han necesitado un aborto por casos de violación. 

Durante sus costosas cenas entre políticos con los que habla de donaciones por las que sigue comiendo con cierto lujo… ¿qué va a acordarse de la columna rota de una adolescente? No forma parte de su vida, ni de sus intereses. 

Rossina Guerrero, de Promsex, afirma que la batalla en contra del aborto terapéutico es una batalla que está librando la jerarquía de la Iglesia católica. Es la única institución que se está oponiendo a que esta política pública se implemente.





“Micaela… una mirada a la lucha por la legalización del aborto en Bolivia, Ecuador y Perú” ha sido dirigida por el periodista Jerónimo Centurión, con la producción de Centurión Producciones y Promsex. El documental ya se estrenó en Bolivia, Ecuador y el Perú (viernes 16 de agosto). Contó con la participación de Corina Straatsma de Hivos;, Jerónimo Centurión, director y productor de Centurión Producciones;, Gabriel Quispe, crítico de cine y director de Cinencuentro; y Liurka Otsuka de Promsex. Se espera que el documental  ayude a conseguir más firmas para presentar un proyecto de ley que permita a las mujeres violadas decidir. Hasta el momento se han recolectado 60 mil firmas, pero se requieren muchas más. ¿Dónde firmo?



Ficha técnica:

Título: Micaela… una mirada a la lucha por la legalización del aborto en Bolivia, Ecuador y Perú ..Director: Jerónimo Centurión 

Producido por: Centurión Producciones

Edición: Natalia Vizcarra

Actriz: Rosa Micaela Tavara Arroyo

Asesoría temática: Lorena Yañez y Juan Espinoza

Producción ejecutiva: Erika Miranda y Andrea de la Piedra

Dirección de fotografía: Natalia Vizcarra y Jerónimo Centurión

Cámara: Jerónimo Centurión, Natalia Vizcarra y, Alonso La Hoz

Post producción: Natalia Vizcarra

Post producción de audio: Amador del Solar

Formato: Video

Duración: 37’


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Dinosaurios de latón

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