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La muerte suda sobre ellos

Una breve vista al portafolio de Musuk Nolte

Publicado: 2013-08-04

Algo dentro de ellas se extiende como una mancha o una tarde que va desapareciendo lenta antes de oscurecer…


La muerta está escrita en sus imágenes, de distintas formas, con violencia o con la paciencia de quien la espera y se entrega, signifique el fin de la respiración, del peso del cuerpo de otro, del dolor, danza o movimiento. La muerte también embiste y toca para llevarse lo que pensábamos ya no teníamos. El blanco y negro de las fotografías de Musuk Nolte nos cubre como una rama, apenas, y nos devuelve como siluetas recortadas, expuestas a un hormigueo, a la tristeza o la simple caída de los ojos, propios y ajenos, convertidos en simples piedras que se meten dentro de los zapatos y acompañan el paso.

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Nolte presenta en su web nueve series: Chunghi, Ashaninkas, Mosuo, Expreso de la muerte, Santa, Niños de belén, Lluvias en cusco, Shawis, y Viacrucis. En ellas de manera general podemos detenernos en la luz sobre los cuerpos, cambiando la forma de estos, atravesados, haciendo de ellos un mapa bordeando su cara o de una mano que sale del agua, otro animal acechado por la imagen (Shawis). La naturaleza los difumina y en ella el hombre se camufla como otra sombra o se entrega en la comunión de su cuerpo y el entorno, como en la foto en la que un niño ashaninka se baña en el río cerrando los ojos, al igual que las mujeres shawis.



Los huesos de la muerte

La serie Santa retrata el entierro de los campesinos desaparecidos la madrugada del 2 de mayo de 1992 por el grupo paramilitar Colina. Diecinueve años después un anciano llora finalmente entre otros familiares hechos siluetas que también gritan. Lo sostienen, lo consuelan, lo tocan como si fueran la misma muerte que escapa de los cajones y lo estrecha. Ha llegado. El llanto le da facciones de niño sobre las arrugas fruncidas. Sin embargo después de tanto, de haber envejecido, de haber seguido a pesar de no olvidar, el hombre llora por primera vez ante un cuerpo o lo que quedó de él, para honrarlo y desaparecer el ansia eterna que tuvo por un fantasma sin huesos. Pero hicieron de él otra persona. Sabe que va a morir sin perdonar. También se lamenta por eso.

Los cuerpos de los campesinos, irónicamente estaban enterrados muy cerca de donde fueron secuestrados.



El expreso de la muerte

“Yo tenía seis años de edad. Me acuerdo que como niño, como todo niño estaba jugando frente a la casa que estaba construyendo mi papá… escuché el sonido de carro y me puse contento porque un ómnibus venía y aquí así no más no se ven los carros pasar… como niño me alegré (…) Venimos a apoyarlos le dijeron a mis tíos. Pero después les hicieron formar y obedientemente hicieron filas… mujeres aparte y hombres aparte, después boca abajo y dijo el hombre “aquí ustedes van a morir como perros miserables, todos. Y pedían, rogaban por su vida, tengo mis hijos decían (…) los golpearon en la cabeza, en la barriga. Habían personas sangrando y ya estaban agonizando. Se atoraban con su propia sangre me acuerdo y roncaban con su sangre como cuando matan a las ovejas, igualito morían. Había nevado y toda la sangre manchaba. Tuve la mala suerte de ver morir a casi toda mi familia ” Godofredo Santaría Ortiz, sobrereviviente de Chaupihuasi.

El 16 de julio de 1984 un ómnibus de la empresa Cabanino realizaba su habitual recorrido hacia la localidad de Soras, en Ayacucho. A bordo iban 40 militantes del grupo terrorista Sendero Luminoso. Pasaron por Chaupihuasi, Doce Corral y Soras. En cada una de estas localidades se detuvieron y eliminaron a todo aquel que se pronunciara en contra de la lucha armada senderista.

Más de 27 años después, los cuerpos de 17 víctimas fueron sepultados por segunda vez y con nombre propio, luego de un proceso judicial que obligó a exhumar los cadáveres y que reabrió las heridas dejadas por la época del terrorismo en el Perú. (Cito)



Y vuelven a formarse, como dice Santaría Ortiz, pero están dentro de las cajas y quienes sobrevivieron, los acompañan también con las sombras que proyectan tan sus cuerpos sobre los cajones, que guardan también los años, las maldiciones que repitieron y el llanto que imaginaron de sus familiares torturados y asesinados. Todo está ahí. Se atan a sus propios muertos y los cubren de flores que a diferencia de ellos no moriran más de una vez.

Los llevaran sobre el hombro, y pesaran solo los huesos, los jirones de la ropa y la tierra que aun alberguen. Los niños también podrán cargarlos para recibir sobre la piel una historia que debieron contarles muchas veces, sin embargo no como hasta ese momento.La muerte suda sobre ellos como una sentencia. Llevan sobre el hombro más de lo que pudieron contarles.




Sobre Musuk Nolte

1988 Ciudad de Mexico, naturalizado Peruano. Fotógrafo egresado del Centro de la imagen de Lima, su trabajo se desenvuelve entre la fotografía documental, y el arte. Cuenta con cinco exposiciones individuales, y numerosa exposiciones colectivas. Es representado por la galeria Lucia De La Puente.




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Dinosaurios de latón

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