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foto ana cabrera

El placer de pertenecer a cielos perversos

Seducido  por el deterioro, Enrique Polanco  expone Obra reciente, 23 cuadros sobre la perversa Lima.  

Publicado: 2013-12-07

Los cielos de una ciudad marginal siempre tienen el último aliento de sus ladrones, putas, víctimas, animales, asesinos y niños que se arrastran sobre veredas que los traicionan. También tienen la música que va terminando y mata de tristeza a las beatas, a los lujuriosos y abandonados. No pueden ignorarse fácilmente a pesar de que van cayendo despacio, de manera asfixiante, trepando hacia abajo y aguardando el momento exacto para volvernos aún más miserables, quitarnos también el aliento, olernos y despreciarnos a pesar de un placer compartido.   

"Es que me atrae el deterioro"comenta Enrique Polanco mientras iniciamos una charla sobre sus cuadros en Obra reciente, la exposición que se exhibe en la sala Luis Miro Quesada Garland (hasta este domingo).

Pero volviendo a los cielos corruptos, se puede decir de ellos que siempre terminaran por caer y entregarse por completo. Serán atrapados. Lo saben y se restregaran como sombras laceradas en el suelo, quejosas, dispuestas.


el porvenir


-Quizá sea por eso que siempre parece de noche en medio de las esquinas de tus cuadros. Pero el color es tan intenso que nunca importa mucho si es de día o no. Se intuye el dolor, los olores, las historias de personajes partidos, su pobreza. (comento).

-Eso es la pintura. No puede ser solo decorativa. Tiene que ser un lugar para volar, que te de algo más. Debes sentir cosas y en medio de eso está el proceso. A veces elijo un lugar y los personajes tardan en salir pero los espero. Eso es importante. Esperar. Yo tengo 35 años pintando. Es lo que demora. Muchos pintores jóvenes ahora no lo entienden. Buscan la fama a los tres o cuatro años de egresados… y así no es. Y hay tan pocas galerías y tantos artistas. Pero por mi parte prefiero los espacios culturales. Las galerías no tienen mayor interés en mí y yo tampoco en ellas" comenta Polanco. Y empezamos a preguntar.


¿Te estás marcando un espacio insular?

Esto viene desde hace tiempo, pero me mantengo vigente. No me muevo en los espacios comerciales. Así la obra avanza por sí misma, sin influencias o pedidos de las galerías. Eso encasilla a los artistas. Y claro, es su derecho: el comercio. Para ellos es un negocio. Pero estar por mi cuenta me da mayor libertad y puedo hacer lo que me da la gana. Además la pintura es una amante muy exigente, no te comparte con nada.


¿Lima también podría ser una amante posesiva?

Es la geografía donde se desenvuelven todas las escenas de mis cuadros entre Barrios Altos, Rímac, el Callao. Sí, es una Lima que comencé a trabajar en los 80 pero ha cambiado. Cambia todos los días. Las ciudades están en movimiento y mi pintura cambia con la ciudad, pero ésta, la de ahora es otra. En los 80 no había tratado el tema de los maniquíes por ejemplo. Me enteré de una clínica de la avenida aviación -en la calle- donde los arreglaban. ¡Una clínica! Y vi a un maniquí como un tránsito al ser humano. Es y no es. Están con los miembros desperdigados. Podría ser una interpretación de la misma violencia en Lima.


¿Es una muestra dedicada a Antonio Cisneros, el cuadro Los extramuros del mundo es un guiño a Enrique Verástegui?

Me lo han dicho varias personas. Pero no. Además no he leído el libro. El cuadro “Los extramuros del mundo” es el lugar exacto a la vuelta del Leoncio Prado. Un espacio absolutamente marginal. El agua del mar es marrón, todo cae. Por eso pinté al rey de los gallinazos. Yo vi esta foto, que era de  Jim Marcelo.


los extramuros del mundo


Quizá una de los cuadros que más tristes es de este hombre-ave

Empieza con una foto del Chino Dominguez a un loco de la calle. Yo lo pinté al lado de su nave espacial que es una cúpula de esas donde ponen a las vírgenes. Es una alucinación mía. El ave fenix y su nave espacial. Así es la marginalidad. Por ejemplo el Circo bufo empieza también con una foto. Iba camino al sur de Chilca y vi el circo por la carretera. Entonces empezó mi proceso. Pinté el circo, esperé y luego aparecieron los enanos toreros.


el ave fenix y su nave espacial


¿Y donde está el Popeye bar? Quiero ir.

Callao, la calle de los bares. Constitución, creo. No te lo recomiendo. Era un lugar al que iban a chupar los vaporinos. Yo trabajaba en el muelle en esa época: los ochenta. Pero regrese 10 años después y era otra puerta del infierno. Pero es el lugar donde me interesa moverme y sitúo a mis personajes.


popeye bar


Resta celebrar el de caos de Lima en las manos de Polanco, la lluvia de sus cielos sucios, a sus sirenas podridas en cemento, a sexos y brazos de plástico, a un Popeye peruano, a las carnes que cuelgan dentro de cuartos perdidos. De pronto le comento que me pareció ver putas sobrevolando sus cielos y a otras ahogadas en el río Rímac.  El cierra los ojos, se lleva la mano a la boca como si recordara y me dice que no, que no habían pero que debo haberlas confundido con los ángeles arrastrándose sobre puentes que señalan la ciudad como a otra mujer barata y fuerte. Entonces sus monstruos son la obscenidad que cubre nuestras cabezas y quienes también somos atraídos por el deterioro lo aceptamos como la panza de rata que se come nuestra ciudad y que podremos admirar desde un bar que se llame Popeye, en un cuadro o en el mismo Callao.


FOTO ANA CABRERA

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Dinosaurios de latón

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