Las canciones muertas del morro de Arica
Alonso Alegría presenta Bolognesi en Arica, puesta en escena de los días previos al 7 de junio de 1880.
Antes de ser un héroe, de ilustrar nuestra infancia con una guerra que perdimos, o de que Arica fuera tomada por los chilenos, Bolognesi tuvo miedo, gritó, pensó tercamente en ganar, pero sobretodo, fue traicionado, abandonado, subestimado y “asesinado” por los mismos gobernantes que lo arrojaron a él y a sus hombres a lo que reconoceríamos después como un heroísmo del que no serían parte. Ahora la historia los señala.
Eso no nos lo enseñaron en el colegio. No dijeron que detrás de todos los héroes hay hechos miserables, indignantes, intensos y tan tristes como la música de las mujeres que se quedaron en el batallón a pesar de saber que serían violadas y asesinadas por el enemigo. “¡Que hacen aquí! ¡Ustedes son mujeres!” grita Bolognesi interpretado por Diego Lombardi, pero ellas solo quieren tocar para él vestidas como soldados. Su futuro está echado y lo saben. Son cadáveres usados que cantan una guerra perdida.
El dramaturgo Alonso Alegría vuelca todas estas historias en Bolognesi en Arica, un drama histórico que le tomó más de diez años de investigación y narra las dos semanas antes al 7 de junio de 1880. Esperaba órdenes, enviaba telegramas, se desesperaba, sabía que su decisión arrastraría a todos al sonido de su propio último cartucho. Lo rodeaban sus hombres y no tan lejos, los chilenos, quienes pidieron su rendición. Pero también dentro de su tropa algunos esperaban regresar con vida y que Bolognesi aceptara. ¿Por qué, por qué no se van? ¿Eso es heroísmo? Pregunta una alumna que increpa y reclama. La profesora, interpretada por la actriz Katty Serrano, lee a Jorge Basadre 130 años después, mientras le va narrando estos intensos días previos a cualquier bayonetazo. La alumna se desespera, intenta pedirle a Bolognesi, o a la historia lo imposible. Ya todos sabemos cómo acabó. Bolognesi nunca tuvo respuesta u órdenes.
Debieron pensar seguramente que el morro sería su tumba y que no había más que decir sobre alguien que les era incómodo. Chilenos antes que un civilista... se repetía sobre Bolognesi. "¡Yo no soy un civilista, sino solamente un soldado, esperando órdenes, refuerzos, ganar esta guerra! ¡Refuerzos! por favor... refuerzos" se le escucha como otro llanto, en el morro que ya no nos pertenece.
Nos queda la indignación, las historias alrededor y un futuro en el que nos hablan del heroísmo de los otros sin regresar sobre el pavor que los consumió. Nunca nos dijeron en el colegio que Bolognesi lloró y tembló porque sabía que lo iban a matar, que no volvería a tocar a su mujer, que sus propios hijos morirían también en la misma guerra. Pocos saben que la bandera con la que Alfonso Ugarte salta del morro fue bordada por su propia novia y que fue enviada a él, burlando la vigilancia chilena.
Supieron que estaban siendo traicionados. La muerte fue así más amarga. Estaban encerrados por los mismos gobernantes a los que debían proteger, los políticos que los dejaban como carne al sol o a disposición del enemigo, interpretados como títeres insufribles de sí mismos en el montaje de Alonso Alegría.
Sí, Bolognesi, antes de ilustrar las láminas Huascarán, de quedarse quieto en las viejas enciclopedias como Escuela nueva, sintió la zozobra como a la Patria y se inmoló a ella gritando el nombre de sus hijos, de su mujer, de sus hombres, todo en una sola frase, esa que dice que todo lo anterior desaparecía cuando el terminara de explotar el último cartucho y todos cayeran sobre la historia, a veces contada a medias.
Sobre la obra
Temporada: Teatro de la Alianza Francesa de Miraflores. Las funciones se realizarán de jueves a lunes hasta el 15 de Julio.
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Prensa cultural